Escoltado por ujieres vestidos con camisas blancas y pantalones negros que cubrían todo el pasillo que separa las bancas a cada lado de la iglesia, el ataúd blanco que lleva el cuerpo de Marianna Franco entró en la Iglesia Católica Santa Rosa en San Fernando, donde su familia se dirigía en agosto. Era hacia ese templo donde la joven y su familia se dirigían el 24 de Agosto cuando alguien abrió fuego contra el vehículo en que se conducían, matando a la joven de 23 años.
Cientos de personas se dieron cita en la iglesia para el funeral y el posterior entierro de la joven que se unió a dos víctimas más de un atacante que en las primera horas de ese domingo a finales de Agosto también mató a un hombre que recogía cosas reciclables en el Parque Sylmar y a otra mujer que se dirigía a la iglesia católica Ángel Guardián en Pacoima.
Alexander Hernández, un hombre de 34 años residente de Sylmar, fue arrestado en conexión con los asesinatos, aunque no ha sido formalmente acusado por ellos todavía.
“Marianna venía a esta iglesia a orar, a estar en comunidad y regresa hoy para que podamos despedirla como una comunidad”, dijo el Padre Stan Zowada al comienzo del servicio fúnebre.
Dos pantallas al frente de la iglesia mostraban fotografías de Marianna y su familia desde que ella era un bebé. En las imágenes se mostraba a una niña que claramente era de habilidades especiales, pero que era amada por su familia y los demás.
Durante la misa hubo pedidos de plegarias en contra de la violencia rampante que causó daño a la familia y a todos los que conocían a los Francos, que han sido miembros de la iglesia por largo tiempo donde servían como Ministros de Eucaristía.
El Padre de Marianna sale del Hospital
El Domingo 24 de Agosto, la familia Franco fue atacada poco antes de las 6 a.m. en la cuadra 1400 de la calle Celis en San Fernando, cuando una camioneta se detuvo al lado del auto de los Franco, que se había hecho a la orilla para dejarlo pasar después de observar que el vehículo se movía de lado a lado. El conductor de ese auto abrió fuego indiscriminadamente. Marianna, que iba en el asiento trasero del lado del conductor, murió en el lugar.
Su padre, José, fue gravemente herido al recibir disparos en el cuello y una pierna. Su madre, Beatriz, también resultó herida pero fue dada de alta tiempo después.
Apenas esta semana, un familiar colocó una foto de José en la Internet anunciando que éste saldría del hospital.
“Dios es tan grande y aquí está su milagro, un balazo en el cuello, coma, 1 mes hospitalizado y mañana por fin lo dan de alta! Súper sonriente, bromista. Mi tío ya esta súper bien, gracias a mi Dios. Eres mi milagro. Te amo tío”, escribió Milynda Fonseca Franco.
Cura pide Plegarias ante la Violencia
“Nuestras familias están rotas debido a la violencia, nuestras comunidades están destrozadas por la violencia, nuestra fe es desafiada por la violencia”, dijo otro cura que participó en la misa, antes de agregar que la muerte de Marianna nos ha “afectado no solo a Santa Rosa, sino que a toda la arquidiócesis”.
Añadió que muchos feligreses llegaron con él luego del tiroteo para preguntarle qué debían hacer.
“Rezar” fue la respuesta que les dio, dijo, indicando que “Dios usa todo para hablar con nosotros personalmente”.
También dijo que la muerte de Marianna debería ser un recordatorio de que “estamos aquí por un momento y que algo más nos espera”.
Además describió a Marianna como una joven feliz que también podía hacer tremendamente “berrinchuda” y alguien que no podía esconder sus sentimientos.
“Cuando traía las ofrendas, siempre estaba sonriendo”, recordó. “Mariannita, si ella estaba enojada, no lo podía esconder”.
Al final del servicio, miembros de la familia Franco se congregaron alrededor del féretro y cada uno puso una mano sobre el ataúd cubierto por una sábana blanca–para demostrar la dignidad de Marianna, dijo el padre Zowada–antes de acompañarla afuera, donde fue puesta en un carroza negra que la llevó al Cementerio San Fernando para su entierro.