A. Garcia / El Sol

Un agente de la Sociedad Americana para la Prevención de Crueldad contra Animales (SPCA) contaba un episodio a menudo repetido esta semana pasada.

Estaba ayudando con la evacuación de personas y animales desplazadas por el incendio Sand y se presentó a un rancho en Santa Clarita.

En total, el dueño del lugar tenía cerca de 30 caballos y ni un solo tráiler para transportarlos.

“Cuando tienes animales, debes prepararte para un desastre”, dijo el agente, quien no quiso dar su nombre.

Esas palabras probaron ser una realidad esta semana cuando cientos de animales — grandes y pequeños — tuvieron que ser evacuados junto con sus propietarios a medida que las llamas se acercaban a sus hogares.

Según el Departamento de Control y Cuidado de Animales del Condado de Los Ángeles, había 837 animales evacuados en albergues.

Esto incluía 377 caballos, 157 cabras, 117 pollos y 34 puercos. Una llama, mulas, ovejas, conejos, guajolotes y burros también tuvieron que evacuarse y fueron llevados a diferentes sitios provisionales, como los terrenos de la Feria del Valle del Antílope, el Colegio Pierce y Hansen Dam Equestrian Center. Animales como perros, gatos, conejos y otras criaturas pequeñas estaban en albergues del condado en Lancaster, Agoura, Castaic y Palmdale.

En Hansen Dam, dueños y cuidadores hacían lo mejor para tener a decenas de caballos alimentados y cómodos.

“Algunos caballos no están acostumbrados a este tipo de estables. Otros tienen ansiedad por separación, pero te caes y necesitas levantarte”, dijo David Lazarus, quien es propietario de 22 caballo que mantiene en el rancho Upper Middle Ranch en Little Tujunga.

El viernes 22 de Julio, cerca de la medianoche, él y varios otros propietarios de caballos en el lugar recibieron un mensaje diciéndoles que debían evacuarlos.

“Fue un caos controlado”, describió Lazarus sobre el proceso de sacar cientos de caballos del rancho, en medio de la noche, sin electricidad y rodeados de humo y ceniza.

“Fue un poco loco”, agregó Liz Schultz, quien hizo lo mismo por sus caballos. “Mucha gente llegó con tráilers. Se fue la electricidad y las llamas daban una bonita iluminación. Es difícil meterlos a los tráilers solo con la luz de autos, pero haces lo que debes hacer”.

Aún así, todos lograron salir a tiempo y desde entonces ellos, familiares y voluntarios han estado llegado al Hansen Dam Equestrian Center para revisar que los animales se encuentren bien.

Uno por uno los sacaban de sus estables para caminarlos un poco, otros les daban a comer zanahorias y les hablaban, tratando de hacer que las cosas parecieran lo más normal posible.

Otros también llevaron pasto especial que les gusta a los caballos.

“Lo más importante es alimentarlos. Barriga llena, caballo quieto”, dijo Lazarus.

— Alex Garcia