26 de Mayo de 2013.
En ese Viernes que recordará por siempre, Christian Eaddy, de 26 años, tuvo una confrontación con agentes de la Policía de Los Ángeles. Los policías Christopher Carr y Fernando Ávila respondían a una llamada del 911 hecha por la familia de Eaddy acerca de un hombre en Pacoima que amenazaba con matarse a sí mismo, y que tenía en sus manos cuchillos y jeringas.
Cuando llegaron con Christian, que estaba a la entrada de la casa familiar, los agentes no sabían que el joven afroamericano había sido golpeado por un auto cuando tenía cuatro años, y pasó una semana en coma. O que como resultado del accidente, quedaría con problemas de desarrollo psicológico toda su vida.
Pero debieron haber sospechado que había algo diferente acerca de Christian. Algo debió haberles saltado a la vista, ya sea basado en su entrenamiento o sus instintos, que sugiriera que la confrontación debía resolverse sin el uso de fuerza letal.
Pero eso no fue lo que sucedió. Le lanzaron descargas de pistola eléctrica (taser) a Christian y luego le dispararon. Murió cuatro horas más tarde.
Greg Eaddy, el padre de Christian, creía firmemente que su hijo – su único hijo – no debió morir ese día. Una creencia reforzada después de escuchar los reportes iniciales de que, en su estimación, había una mala idea de Christian.
“Cuando escuché la historia en las noticias, pensé ‘ese era mi hijo y no lo van a arrastrar bajo la alfombra de esta manera’”, dijo Greg. “La frase ‘temí por mi vida y le disparé’. Es un patrón y no voy a ser víctima de este patrón por parte del LAPD, y cómo explican las cosas”.
Greg Eaddy presentó una demanda en contra del LAPD. Hace dos semanas, el 2 de agosto, un jurado dictaminó que el LAPD era “65 por ciento” negligente en la muerte de Christian. También indicó que se habían violado los derechos civiles de Christian. Greg inicialmente recibió $2.2 millones. La cifra final podría reducirse a $1.43 millones. Un juez aún debe aprobar el monto del dictamen.
Este lunes 15 de Agosto, Greg está sentado en la oficina de su abogado, Robert Brown, en Los Ángeles. Se ve un poco cansado, quizá preguntándose cuánto debe revelar sobre sí mismo y Christian a alguien a quien acaba de conocer.
“Le agradezco al jurado y al sistema judicial por llegar a este veredicto”, dijo Greg. “Sin embargo, cuando se trata de tu hijo o tu familia, una vez que los pierdes – había planes para el futuro, que tu hijo creciera y tuviera una familia, ver en qué tipo de hombre se convertiría – aunque hay un fallo y estoy agradecido por eso, eso nunca puede ocupar el lugar de tu hijo”.
Pero Greg, de 60 años y quien trabaja como investigador de fraude de bienes y raíces, sabe que la historia de la vida y muerte de Christian debe contarse una y otra vez.
“Era un hijo maravilloso. El daba su corazón a todo el que conocía. Si él podía ayudar a alguien de cualquier manera, estaba dispuesto a hacerlo”, dijo Greg.
“Era un alma maravillosa y no lo digo porque era mi hijo o debido al caso. Era una persona maravillosa. Amaba la vida, amaba a la gente. Era mucho mejor que yo en la vida”.
Brown también conoció a Christian – ambos asistieron a la iglesia Church of Christ en Reseda. Quería tomar el caso aunque, admitió, “las posibilidades de ganar eran pocas” en demandas contra la policía.
“Nunca sabes lo que hará un jurado, cómo perciben el caso”, dijo Brown, quien antes trabajó como un procurador de la ciudad de Los Ángeles antes de iniciar su práctica privada. “Todo lo que puedes controlar es tu presentación de los hechos. Ellos son los que la interpretan. No puedes saber [la decisión] hasta que llegue el veredicto”.
Pero Greg también creía que algo positiva iba a suceder.
“Tenía un buen presentimiento porque soy cristiano y creo en Dios”, dijo. “Dejo todo en sus manos. Básicamente, muy dentro de mí sabía que recibiríamos un veredicto. Por lo que entendía del caso, no voy a decir que era un triunfo anunciado ni nada por el estilo. Pero sí era obvio que hubo mucha negligencia de parte de los agentes. No soy un policía, ni nada de eso, pero el sentido común basado en los hechos a los que estaba expuesto…sentía que iban a dar un fallo a nuestro favor”.
“Si yo pensara que mi hijo hizo algo malo, habría estado triste, pero habría aceptado que él se equivocó y cometió un error, y que pagó con su vida por eso. Habría sido triste, me habría dolido. Pero me habría dado cuenta que así es la vida. Debes pagar por tus errores, de una manera u otra”.
Las muertes de hombre afroamericanos a manos de policías – tanto aquellos que van armados como desarmados – ha explotado en la conciencia nacional en los últimos años. Los nombres y muertes de Michael Brown, Freddie Gray, Christian Taylor, Eric Harris, Philandro Castile y, más recientemente, Sylville K. Smith, resuenan de manera molesta en las comunidades negras de costa a costa y han generado movimientos como Black Lives Matter que protestan esas acciones y demandan un cambio.
Y ahora la policía está bajo fuego, literalmente. Este año policías han sido emboscados y asesinados en Dallas, Texas y Baton Rouge, Louisiana, en actos de venganza.
No parece haber un punto final al círculo de locura en que se encuentra la sociedad estadounidense.
Greg enfatiza que él no odia a la policía. “Técnicamente, debido a mi trabajo en hacer valer las leyes de los bienes y raíces, trabajo con muchos policías y abogados municipales y del condado. La gran mayoría de personas con las que trabajo son muy buenas y parecen tener un verdadero cariño por la comunidad, y están listos para cambiar”, dijo.
“En cuanto a mi hijo, no sé qué había en la mente de los agentes cuando le [disparó a Christian]. Pero para mí, fue una negligencia absoluta. Como dije, conozco a muchos policías buenos, y generalmente hacen un buen trabajo. Pero tienes a personas que quizá no están entrenados bien, o no pueden seguir las reglas. Eso abruma a los policías buenos o la gente en las fuerzas del orden que están tratando de hacer una diferencia al servir a la gente”.
Es posible que organizaciones y movimientos como Black Lives Matter busquen a Greg para que comparta su historia y la de su hijo. Los discursos y apariciones públicas no son algo fácil para él. Pero, dijo, no puede quedarse en las sombras si lo llaman, ya que las víctimas de la violencia deben hacer su parte para generar cambios.
“Debido a mi hijo, debido al problema nacional – y yo soy una víctima de este grave comportamiento por parte de los agentes del orden en contra de las minorías – sería mi deber”, dijo Greg. “Así como sería mi deber como estadounidense si veo a alguien que necesita ayuda al caminar por la calle, lo haría. Esa persona podría tener 95 años y ser blanca. No importa.”
“Como persona y estadounidense, como cristiano, ayudaría a cualquiera que necesite ayuda. Y en ese caso, no solo por mi hijo, pero por las generaciones futuras, si puedo compartir lo que me sucedió con la sabiduría que tengo, estaría abierto a eso”.
Pero Greg dijo que ya tuvo un logro importante.
“Mi objetivo principal [con la demanda] era exponer esto, para que la gente pudiera ver. Algunas personas – no todo el LAPD, pero una buena cantidad – tienen la impresión de que pueden matar a minorías y sufrir poco o ninguna consecuencia. Y ha habido una historia a través de las investigaciones donde se justifican estas acciones, aunque está claro que es una muerte o un tiroteo equivocado.
“Así que mi objetivo primordial, que ya se logró, fue exponer esto. Tengo 60 años. No voy a vivir más de 40 años…y a esta edad, no estoy tratando de hacer todo en la vida”.