M. Terry / El Sol

A lo largo de esta semana, mientras la gente empezaba a aceptar que un cuerpo descubierto atrapado en medio de basura, lodo y otros escombros en una isla del Río Los Angeles cerca de Los Feliz era el cadáver de Elías Rodríguez, un flujo constante de amigos, espectadores y vecinos llegaban al puente sobre el Pacoima Wash.

Situado sobre el Bulevar Glenoaks, junto al Swapmeet de San Fernando, el sitio donde se cree que el adolescente de 14 años de edad fue tragado por la furiosa corriente el 17 de Febrero, se convirtió en el punto de reunión para una comunidad entristecida por su muerte.

Día y noche, las personas se presentaron a llevar flores, globos, mensajes y velas, formando un creciente monumento que refleja el enorme impacto de su muerte.

En la noche del lunes, unas pocas personas estaban en el sitio.

Uno tras otro, con solemnidad y respeto, sobre todo en silencio, llevaban flores y velas. La calidez de las decenas de velas en el altar improvisado era reconfortante contra el frío invernal. También iluminaba la noche, compitiendo con las luces de los autos que pasaban, cuyo paso sacudía el suelo. Personas encendían velas, decían oraciones y miraban hacia abajo, al incesante paso del agua bajo el puente, una fuerte corriente incluso en un día seco. Uno sólo puede imaginar la fuerza del agua en ese fatídico día cuando Elías desapareció, cuando llovía a mares, vientos huracanados soplaban por la zona y la calle estaba inundada por la tormenta que causaba estragos en Los Angeles.

Janelle Moran, estudiante de la escuela intermedia Vaughn MIT, ubicada a unas calles del lugar,  vino a dar sus respetos con su prima Jenny Moran.

“Es tan triste”, dijo Janelle sobre la muerte de Elías.

“Es realmente trágico”, secundó Jenny.

Durante días se habían preguntado qué pasó con Elías y en la mañana del sábado 24 de Febrero, se unieron a decenas de otras personas en su búsqueda, colocando folletos a lo largo de la ciudad de San Fernando.

Esta vez, vinieron a recordar al chico.

Lo mismo hizo Sofia Luna y su hija de 13 años de edad, Nicole Almonte.

“Es todo muy triste”, dijo antes de verse embargada por el pesar. “Como madre, es la peor pesadilla. Me pregunto qué estaba pensando, cuán asustado estaba él”.

Luna dice que la muerte de Elías les ha dado una nueva perspectiva sobre el poder del agua y sus peligros.

“Le dije (a Nicole) que nunca se acerque al arroyo”, dijo la mamá, hablando de las conversaciones que tuvo con su hija, quien asiste a la escuela intermedia San Fernando y el 17 de Febrero, el día que Elías desapareció, la adolescente también estaba esperando bajo la lluvia casi una media hora antes de que su abuelo fuera a recogerla.

“Me quedé en el teléfono con ella hasta que su abuelo la recogió. Sólo puedo imaginar lo que él (Elías) estaba pensando ese día”, dijo Luna.

Nicole es amiga de uno de los primos de Elías y dijo que se siente triste por ambos.

“Me sentí muy mal por él (por el primo de Elías) porque perdió a alguien que amaba”, dijo la adolescente.

Llegaron familias enteras.

“Es devastador. Es triste. Es desgarrador”, dijo Veronica Huezo, tratando de encontrar palabras para mostrar el impacto que la noticia ha tenido en ella.

“No puedo imaginar perder a uno de mis hijos”, agregó Huezo, quien estuvo acompañada por su esposo y su hijo adolescente. “Sólo pido por su madre. Espero que nada como esto jamás vuelva a ocurrir”.

Mirando el rápido movimiento del agua en el arroyo abajo del puente, flanqueado por paredes rocosas que forman el canal, Huezo pensaba en el poder de la corriente.

“Incluso si hubiera sido un adulto, no podría haber salido. Ese día el agua iba tan rápido”, reflexionó.

Durante años, California ha pasado por una fuerte sequía donde todos pedíamos por algo de lluvia. Este año la estamos recibiendo y ha dado nueva vida a jardines, patios y campos. Pero, como con todo, hay otra cara de esta moneda. El agua da vida, pero trágicamente en este caso, también resultó siendo mortal.