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SAN SALVADOR (AP) — Monseñor Gregorio Rosa Chávez estaba solo en la parroquia de San Francisco, preparándose para oficiar su acostumbrada misa dominical en la capital de El Salvador, cuando recibió una llamada inesperada: según le dijo un amigo, el papa Francisco lo había nombrado cardenal.

Lo primero que pensó fue que se trataba de una broma. Aunque fue discípulo del beato Óscar Arnulfo Romero —considerado héroe de los pobres y oprimidos en Latinoamérica— nunca había buscado el poder en la iglesia y estaba a punto de retirarse, pero el amigo que lo llamó no dejó lugar a duda: a sus 75 años, será el primer cardenal en la historia de su país.

“Quiero agradecer a monseñor Romero este regalo porque a él le tocaría este honor y con sangre. De modo que dedicamos a él este reconocimiento y en su nombre lo recibimos”, dijo el lunes a la prensa. Aunque la guerra civil ha quedado atrás, El Salvador está lejos de ser un país en paz. Por la violencia que se atribuye a las pandillas, hay quien cree que la iglesia podría jugar un papel importante para mejorar la situación. Rosa Chávez ha manifestado que apoyaría un diálogo entre gobierno y pandillas, pero hasta ahora la iglesia nunca ha apoyado el proceso de manera oficial.

En 1977, cuando Romero fue nombrado arzobispo, Rosa Chávez presidió la oficina de comunicaciones de su iglesia, entablaron una amistad que dudaría hasta que Romero fuera asesinado en 1980 y juntos enfrentaron los momentos más críticos que vivió la Iglesia salvadoreña, como la violencia derivada de la guerra civil.

Todavía impactado por el nombramiento del domingo, Rosa Chávez —quien ya planeaba su retiro— confesó que la llamada lo sorprendió. “Uno se queda como mareado, como abrumado, desconcertado y queda sin saber cómo reaccionar”.

La ceremonia oficial de su nombramiento se llevará a cabo el 28 de junio en el Vaticano, según informó la Santa Sede.

Después de la noticia, el párroco presidió una misa en su parroquia, donde los feligreses expresaron sus felicitaciones y estrecharon sus manos. “Sigo siendo leal al pueblo procurando hacer las cosas mejor”, dijo.

Rosa Chávez parece un cura bonachón. Saluda a todos con una sonrisa y su habilidad para comunicarse le ha valido empatía entre los católicos salvadoreños.

“Es un hombre de Dios, humilde como monseñor Romero y es romerista”, dijo María Castillo cuando salía de la catedral salvadoreña.

“Monseñor siempre estuvo tranquilo, siendo el auxiliar cuando merecía ser el arzobispo, pero le llegó su premio”, afirmó a su vez Estela Henríquez.

Desde su nuevo puesto, Rosa Chávez será uno de los consejeros del papa, lo que le permitirá crear mayor cercanía entre su país y el Vaticano para dar visibilidad a temas relevantes en El Salvador. Entre otras cosas, su posición le abrirá las puertas para agilizar el proceso de canonización de Romero y luchar desde otro frente para tratar de frenar la violencia en su pequeña nación centroamericana. Por ello, ha expresado su disposición a participar en un proceso de dialogo entre el gobierno y las pandillas si así lo solicitarán ambas partes y existieran condiciones favorables para ello.

El futuro cardenal de El Salvador nació en 1942 en una zona rural del municipio de Sociedad, fronterizo con Honduras. Hijo de un humilde campesino, Rosa Chávez nunca pensó que sería sacerdote, pero la educación que recibió durante su adolescencia, así como su acercamiento y amistad con Romero, cambiaron su vida.

Dado que en su pueblo la escuela no impartía más allá del primer grado, su padre lo mandó a Sociedad, donde cursó segundo y tercero, y luego viajó a Jocoro, donde concluyó la primaria. Cuando tenía 14 años, su papá le pidió a un amigo que lo llevara a un seminario donde Rosa Chávez se ordenó como sacerdote y le abrió el camino a San Miguel, donde conoció a Romero.

En 1980, cuando Romero murió asesinado de un tiro al corazón, el Vaticano nombró a Arturo Rivera y Damas como nuevo arzobispo y Rosa Chávez se convirtió en su mano derecha. Desde aquella oficina se mantuvo involucrado en la guerra civil (1980-1992), formó parte del proceso de paz y participó en las reuniones de negociaciones entre la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno salvadoreño.

Aunque su trato amable con la gente le ha ganado seguidores, los sectores más conservadores lo han encasillado como un “cura comunista” —por apoyar causas sociales— y recibió amenazas de los sectores más radicales de El Salvador, entre ellos, los escuadrones de la muerte.

Junto con otros arzobispos, Rosa Chávez nunca tuvo reparo en señalar la culpabilidad de militares en crímenes: cuando un comando del ejército asesinó a seis sacerdotes jesuitas en 1989 en medio de la más grande ofensiva militar de la guerrilla en todo el país, él apuntó a los presuntos responsables públicamente.

Rosa Chávez será cardenal sin haber sido arzobispo. Al morir Arturo Rivera y Damas, sucesor de Romero, en 1994, muchos pensaron que Rosa Chávez le sucedería, pero esto nunca ocurrió. Aun así, Rosa Chávez siempre se refiere a sus predecesores como “sus maestros”, asegurando que nunca hicieron concesiones por buscar un cargo.

El futuro cardenal dice que su gran pasión está en las comunicaciones. Según dijo a The Associates Press, diario se levanta oyendo la radio del Vaticano y sólo se duerme hasta haber revisado todos los periódicos digitales de su país y los más importantes del mundo.