A. Garcia / El Sol

Ranch Padilla

La tristeza y la esperanza se mezclaban para la familia padilla este miércoles 6 de Diciembre.

Ellos son de las familias afectadas por el Incendio Creek que arrasó con al menos 30 estructuras y 14,000 acres de terreno desde Sylmar hasta Sunland.

Saben que perdieron 30 de los casi 60 caballos que tenían en su propiedad, el “Rancho Padilla” localizado en Little Tujunga. Algunos de los animales sobrevivieron y eso es lo único bueno entre el caos que experimentaron esta semana.

Toda la noche del lunes hasta el martes 5 de Diciembre, la familia veía con preocupación los fuertes vientos.

“Al principio pensamos que todo iba a estar bien porque todo se había quemado antes”, dijo Padilla, en referencia a los otros incendios forestales que impactaron el área este año.

Los problemas comenzaron a las 4 a.m. del martes.

“Mi papa (Francisco Padilla) se levanta a esa hora para ir a trabajar y vio por la ventana que la lumbre ya estaba ahí, y fue y empezó a levantar a todos y decirles que teníamos que irnos”, relató la joven de 28 años.

“Mi hermana y su novio agarraron a los perros y algo de ropa y 10-15 minutos más tarde un bombero llegó para decirnos que teníamos que irnos” agregó Padilla.

El fuego los rodeaba mientras bajan la colina.

“El fuego estaba ahí, junto a la carretera”, dijo.

“Los bomberos solo se aseguraron que la gente se salieron, no nos dejaron abrir puertas de los establos ni nada. Muchos de los caballos quedaron ahí” 

Inicialmente les dijeron que todos su caballos habían perecido. Luego alguien logró llegar hasta el rancho y confirmaron que 30 de los animales murieron. Otros escaparon y sufrieron lesiones, incluyendo uno llamado “Ruben” que tiene quemaduras en sus ancas, su parte trasera y en uno de sus ojos.

“El veterinario dice que se va a recuperar, pero que va a tomar mucho tiempo”, dijo Padilla.

“Fue horrible”, agregó.

Ahora deben trabajar para recuperar todo lo perdido, algo que les tomó 25 años lograr.

El Incendio Creek es apenas uno de los varios fuegos que explotaron esta semana en el Sur de California.

Otra feroz conflagración estalló el miércoles en Los Ángeles justo cuando los bomberos batallaban contra otros tres fuegos en el sur de California.

Las llamas empezaron a arder en la madrugada en las laderas de Sepulveda Pass, donde la Carretera Interestatal 405 atraviesa la Cordillera Santa Mónica. En las cimas de la cordillera se encuentran varias costosas viviendas.

Los bomberos trataban de enfrentar el siniestro mientras helicópteros, en la oscuridad de la noche, arrojaban agua sobre el flanco oriental de las llamas. Se prohibió el tráfico en el carril rumbo norte de la carretera, pero para el sur sí se podía transitar.

El uso de aeronaves para apagar el incendio se veía limitado debido a fuertes vientos, los mismos que acicateaban las llamas. Los aviones y helicópteros, cuyos lanzamientos de agua son claves para aplacar el fuego, tienen que permanecer en tierra debido a la peligrosidad de volar en medio de vendavales tan intensos. Las ráfagas ascendían a más 80 kilómetros por hora (50 millas por hora).

Los jefes del operativo ansiaban hacer despegar las aeronaves el miércoles por la mañana pero todos los pronósticos indicaban que el viento será igual de fuerte. Las llamas han llevado a la evacuación de casi 200.000 personas, han destrozado casi 200 viviendas y siguen fuera de control.

“No son buenas las probabilidades de contener este incendio”, dijo el jefe de bomberos del condado Ventura, Mark Lorenzen.

“A decir verdad, será la Madre Naturaleza la que decida cuándo podemos apagar este fuego”, agregó Lorenzen en conferencia de prensa el martes.

Los vientos Santa Ana son un fenómeno conocido en el sur de California, y han contribuido a algunos de los incendios más devastadoras en la historia de la región. Son vientos que vienen desde tierra adentro y soplan hacia el océano Pacífico y cobran impulso a medida que serpentean por los cañones y valles de la región.

El incendio más grande y más destructivo abarcaba 220 kilómetros cuadrados (85 millas cuadradas) y afectaba al condado Ventura, al noroeste de Los Ángeles. El martes a la noche se aproximaba a la costa del Pacífico aunque había empezado el día anterior a 48 kilómetros (30 millas) tierra adentro.

El incendio atravesó la Carretera 101 y alcanzó una rocosa zona costera al noroeste de Ventura, lo que ocasionó más evacuaciones aunque las autoridades reconocieron que debido a la escasa población y la falta de vegetación ese incendio no era tan peligroso. La carretera no fue clausurada.

El incendio ha destruido por lo menos 150 estructuras, pero el jefe de emergencias Todd Derum dijo que sospecha que cientos de viviendas adicionales han quedado inhabitables aunque hasta ahora los bomberos no han podido entrar e inspeccionarlas.

Los habitantes de la zona expresaron sus temores.

“Dios quiera que el fuego baje para que los bomberos puedan hacer su trabajo”, declaró Maurice Kaboud, un residente de la zona de Bel-Air de 59 años de edad, quien desoyó las órdenes de los bomberos de evacuar la zona a fin de proteger su vivienda.