En medio de las sonrisas felices de quinceañeras y grupos nupciales posando para fotos en el Parque Brand de Mission Hills el pasado sábado 28 de Abril, también había cánticos y rostros enojados.
Venían de cerca de 20 Nativos Americanos y sus partidarios que caminaron más de dos millas desde el Parque Rudy Ortega Sr. en la ciudad de San Fernando para protestar y mostrar su desprecio por la estatua del Padre Junipero Serra que posa junto a un niño indio al lado de una fuente en el parque.
Serra fue convertido en santo hace dos años, y desde entonces las protestas en su contra han sido constantes.
Los Nativos Americanos dicen que no es más que un “criminal” y llaman su santidad una parodia porque Serra representa el asesinato, la violación y el robo de su cultura, lenguaje e identidad.
“Estamos premiando a estos criminales”, dijo Caroline Ward-Holland, miembro de la tribu Fernandeño Tataviam of Mission Indians, quienes habitaron los valles de San Fernando y Santa Clarita antes de que los españoles llegaran a esta área. “Es responsable de miles de muertes de indígenas”, dijo.
Ward-Holland lideró la marcha el sábado pasado, donde la gente cantaba “Mission 17, You’re on Tatavian Land” (Misión 17, estás en tierras de los Tataviam).
Chuck Sánchez, otro manifestante, dijo que aprender la verdad sobre lo que los frailes españoles hicieron a los Nativos Americanos en California “debe hacerse público”.
“La gente tiene esta imagen bonita, color de rosa y no es así. Te trae lágrimas a los ojos”, dijo Sánchez sobre el trato de los misioneros hacia los indígenas.
Figura y Estatua Polémica
En 2015, antes de ser canonizado por el Papa Francisco, la imagen del Padre Junipero Serra — fundador de varias de las 21 misiones de California — pasó a formar parte del polémico debate sobre los derechos e injusticias de la historia.
Para algunos, Serra representa el “genocidio” de los Nativos Americanos; para otros era un hombre piadoso que les enseñaba acerca de Dios y esparció la civilización a tierras apenas pobladas.
Protestas, peticiones y marchas fueron organizadas contra su ascenso a la santidad, mientras que la iglesia católica lo aclamaba como el primer “Hispano” en los Estados Unidos en recibir tal honor.
Incluso hubo vandalismo contra la estatua. Una foto circuló en línea entonces y el año pasado, mostrando su rostro, pecho y manos pintados con pintura color rojo y la palabra “asesino” escrito en blanco.
Un niño Nativo Americano de pie junto a él como parte del monumento tenía pintura roja bajo sus ojos como si estuviera llorando sangre. Una esvástica también fue pintada en el muchacho.
En 1770, Serra se trasladó a la zona que ahora es Monterey (en el norte de California) donde fundó la Misión San Carlos Borroméo de Carmelo. Permaneció allí como “Padre Presidente” de las misiones de Alta California. También fundó misiones en San Diego, San Gabriel, San Luis Obispo, San Juan Capistrano, San Francisco, Santa Clara y Ventura.
Entre 1769 y 1835, se dice que los misioneros liderados por Serra bautizaron cerca de 90,000 indígenas en California. Una vez que fueron convertidos, no se les permitió a los nativos salir de las misiones a las que fueron asignados; los fugitivos que eran capturados por los soldados a menudo eran castigados severamente.
Los funcionarios de las misiones también prohibieron sus tradiciones y costumbres, así como su lengua, comida y vestimenta.
Los Nativos Americanos afirman que Serra esclavizó a sus antepasados, esparció enfermedades, y asesinó a incontables individuos para imponer por la fuerza el catolicismo a la población.
“Nos enseñan que (los padres de las misiones) son héroes, pero ellos llevaron a la masacre de miles de nuestro pueblo”, dijo Ernesto Ayala, de la “Coalición Para Aplastar a Colón” y uno de los organizadores de la protesta de la semana pasada.
“Son monumentos al genocidio”, dijo Ayala de la estatua de Serra.
Ward-Holland concuerda, pero hace una concesión.
Si la iglesia católica no retira el monumento, ella al menos quiere algo junto a este para “decir la verdad” sobre lo que sucedió durante el período de las misiones.
“Algo para honrar a los pueblos indígenas y contar nuestro lado de la historia”, dice.
“No quiero que la gente olvide lo sucedido”, añade Ward-Holland, señalando que “la importancia de decir la verdad histórica es que comienza una sanación”.
Protocolos Nativos Americanos
Parte de esa sanación comenzó a finales de Marzo cuando el Arzobispo José Gómez firmó 17 protocolos Nativos Americanos que reconocen la historia, la cultura y el patrimonio de los “primeros pueblos” en la Arquidiócesis de Los Angeles.
“Hoy nos comprometemos a seguir adelante en un camino de respeto mutuo, reconocimiento y diálogo”, dijo el Arzobispo Gómez en la ceremonia de firma del acuerdo en el Museo y Centro Cultural de Kuruvungna Springs en Los Angeles, donde se unió a los miembros de las tribus Chumash, Tataviam, Tongva, y Acjachemen. “Honramos las ricas contribuciones que los ‘primeros pueblos’ de la tierra han hecho a la iglesia católica desde el principio — aquí en Los Angeles y en todas las Américas”.
Más de 150,000 nativos estadounidenses urbanos que representan a más de 50 tribus viven en el Condado de Los Angeles, el mayor conjunto de nativos americanos urbanos el país.
“Estos protocolos que estamos firmando hoy no son un tratado o un documento legal. Son una promesa. Una promesa de que trabajaremos juntos para que nuestro futuro sea más esperanzador que nuestro pasado “, agregó Gómez.
Como parte de los protocolos, liturgias, celebraciones, ceremonias o eventos que impliquen la participación pública formal de los Nativos Americanos pueden incluir una bendición tradicional con hierba sagrada (Salvia, tabaco) por un miembro o miembros de la tribu o banda indígena estadounidense.
También, sitios nativos históricamente identificados y autenticados de entierro deben ser respetados y no deben ser utilizados como sitios de construcción por la Arquidiócesis, sus parroquias, y todas las otras comunidades católicas, organizaciones y entidades asociadas con la Arquidiócesis.
Rudy Ortega Jr., Presidente de la tribu Fernandeño Tataviam of Misison Indians, le dijo al San Fernando Valley Sun/El Sol que la marcha del fin de semana pasado no tenía el aval de la tribu, pero reconoció que había “miembros de la tribu expresando sus sentimientos hacia Serra”.
Él dijo que “los protocolos son una promesa de la iglesia a la tribu para desarrollar una mejor relación”, y como parte de ese acuerdo es la promesa de concederles acceso a “los registros de la Misión (San Fernando) y la verdadera historia que ocurrió durante el establecimiento de la Misión”.
Ortega Jr. dijo que actualmente tienen acceso a los registros de bautismos, pero no a los diarios de los sacerdotes, que arrojan luz sobre muchos más detalles sobre los acuerdos de la tierra y otros pormenores.
Por ejemplo, una de las cosas que les interesa explorar es si el obispo Joseph Alemany realmente compró la tierra de la Misión en nombre de los indígenas de la Misión.
Si ese es el caso, dijo Ortega Jr., “debe ser tierra que hoy pertenece a la tribu”.
Dice que entiende que algunos miembros de su tribu no están de acuerdo con la firma de estos protocolos.
“Realmente no hay confianza con la iglesia”, dijo. “Este es un paso hacia esa confianza”.
“Sentimos que este es un buen paso hacia un mejor entendimiento”, agregó.