Si la historia de la luchadora Samantha Ochoa fuera sólo una historia deportiva, sería excelente.
La joven sólidamente construida no se metió en el deporte hasta que comenzó la escuela secundaria en el Instituto militar de North Valley, donde primero aprendió lo básico. Cuando se trasladó a la secundaria San Fernando, buscó entrar en el equipo de lucha libre. “Empecé a venir a sus prácticas fuera de temporada, eran como una familia aquí”, dijo. “Era algo de lo que realmente quería ser parte”.
El año pasado Ochoa se había vuelto lo suficientemente buena para colocarse tercera en la división femenina de 152 libras de la sección de la ciudad de Los Ángeles en el torneo de campeonato individual. Esta temporada, actualmente está clasificada No. 1 en la División de 160 libras (aunque constantemente compite con un peso más bajo), y se espera que sea un fuerte contendiente en los campeonatos individuales de la ciudad de este año que se celebrarán el 15-16 de Febrero en los Ángeles Mission College.
Pero hay más que eso.
Ochoa, de 16 años, está lidiando con otro oponente. Uno que nunca la deja sola y puede atacar sin avisar, causando estragos en su cuerpo. Ha intentado robar su visión, su coordinación y su energía.
Ha intentado robar más que eso.
Se cree que la esclerosis múltiple (EM) afecta a más de 2.3 millones de personas en todo el mundo, según la Sociedad Nacional de la EM. La investigación, indica el sitio web de la organización, ha demostrado que la EM se produce en la mayoría de los grupos étnicos, incluidos los afroamericanos, asiáticos y latinos, pero es más común entre los caucásicos de ascendencia del norte de Europa.
Ochoa descubrió el año pasado que tenía EM de la manera difícil – al ponerse muy enferma. Después de una hospitalización extensa para controlar la enfermedad, ella todavía requiere tomar el medicamento intravenoso rituximab — una droga de la quimioterapia —cada seis meses. Eso significa un día de 6-8 horas en el hospital. Su próxima visita está programada para este Abril.
Pero no la detiene.
El entrenador de lucha libre Fernando González admitió que consideraba pedirle a Ochoa que se tomara un descanso esta temporada. Le impresionó lo suficiente por su desarrollo y dedicación para saber que quería que Ochoa estuviera lo más saludable posible, incluso si eso significaba esperar a su último año.
“Cuando vino por primera vez, ella todavía estaba aprendiendo”, dijo González. “Tratamos de conseguir un montón de nuevas chicas para participar. Tienes que hacer cardio básico y caídas para ver lo que sus cuerpos pueden hacer. Tomó un tiempo para que ella encontrara su lugar. No es como si la viera por primera vez y dijera ‘esta chica es fenomenal’”.
“Pero se podía ver que cada vez mejoraba. Entonces en un momento piensas que ‘esta chica tiene potencial’. Estaba trabajando duro, haciendo todo lo que le pedimos que hiciera. Ella entendió las cosas rápidamente. Su crecimiento fue constante. Al final de la temporada tomó el tercer lugar en una clase de peso que tenía algunas chicas experimentadas”.
Ochoa, sin embargo, quería continuar. González cedió, y se ha convertido en una de las mejores en la sección de la ciudad.
“No podríamos escribir esto, para ser honesto”, dijo González. “Ella está lidiando con esto, lo está enfrentando. Entonces ella viene a mí con ideas sobre cómo sensibilizar [acerca de la EM]. Le digo ‘seguro, lo que podamos hacer para promoverla’. Para ella tener esa mentalidad a su edad, pensando en otros mientras ella está luchando a través de esto, sólo me sorprende”.
Los padres de Ochoa — su madre Yvonne Valles, que trabaja para una compañía hipotecaria y su padre, Ronnie Ochoa, que trabaja para Caltrans — también se maravillan con la fortaleza de su hija. Porque al igual que González, Valles tenía dudas sobre si su hija debía estar luchando esta temporada.
“Fue duro”, dijo Valles. “Pero después de que ella regresó a la práctica, le dije que escuchara su cuerpo”.
El deporte no se interpone su calendario de clases Magnet (“ella recibe sólo ‘A’, relata Ronnie Ochoa, orgullosamente), y los entrenadores de San Fernando supervisan a Ochoa para asegurarse de que no se sobrecaliente o se fatigue demasiado.
Luego la miran luchando y agitan la cabeza.
“Ella está ahí fuera”, dijo González. “Te olvidas (acerca de la enfermedad) a menos que ella levante la mano y se salga. Pero la veo haciendo todo igual que todos los demás. Y es tan fuerte. Puede sobrepasar a las chicas”.
Se desconoce la causa de la Esclerosis Múltiple
Una descripción básica de la EM: es una enfermedad crónica que puede afectar entre otras cosas el cerebro, la médula espinal y el nervio óptico. La causa es todavía desconocida, y puede ser difícil de diagnosticar porque no hay una sola prueba que pueda identificar la enfermedad.
Los síntomas pueden incluir fatiga moderada a severa, dolor agudo, visión doble y/o pérdida de la visión, interrupción del equilibrio y la coordinación, y cambios de humor. Si bien no es contagiosa o heredada directamente — la persona promedio en los Estados Unidos tiene aproximadamente uno en 750 (o 0.1 por ciento) de probabilidades de desarrollar esclerosis múltiple — las mujeres son de 2 a 3 veces más afectadas en comparación con los hombres. La enfermedad generalmente se diagnostica entre las edades de 20 y 50 años de edad.
Actualmente no hay una cura, aunque la ciencia ha desarrollado tratamientos que pueden retrasar o prevenir las recaídas que pueden empeorar la condición.
Ochoa primero se dio cuenta de que algo estaba mal el año pasado después de la temporada de lucha libre, cuando el entumecimiento comenzó a extenderse por todo su cuerpo.
“Me lavaba las manos y no podía sentir el [agua caliente]. Me quemaba”, dijo.
“Ella me contó del entumecimiento en sus manos”, agregó Valles. “Entonces ella me mostró su escritura-era como la escritura de un niño de un año de edad, sólo garabatos”.
Valles llevó a Ochoa a una clínica de atención urgente en Mission Hills. Después de un examen, donde le sacaron sangre, a Ochoa se le dijo que tenía un nivel alto de azúcar en la sangre y necesitaba cambiar su dieta.
“En ese momento me preocupaba porque los chicos bajan de peso para la lucha libre”, dijo Valles. “Pensé que tal vez estaba cortando el peso de la manera equivocada”.
La familia-que incluye a otras dos hijas, Sandy y Savanna, y un hijo, Sebastian-había planeado un viaje a Cancún, México para las vacaciones de primavera, y decidió que su hija mayor estaba lo suficientemente sana como para ir. Pero tres días después de iniciar sus vacaciones, Ochoa se enfermó más y más, primero perdiendo su coordinación, y luego vomitando constantemente. “Simplemente no podía retener nada en mi sistema”, dijo Ochoa.
Tan pronto como regresaron a su casa de Sylmar, la visión de Ochoa disminuyó. Se sometió a un examen de MRS de tres horas en un hospital de Tarzana. Fue entonces cuando la familia dijo que los doctores pensaban que Ochoa tenía EM. El diagnóstico de esclerosis múltiple fue confirmado en el Children’s Hospital de los Ángeles.
Valles fue particularmente sacudida por la noticia. Ella había sido diagnosticada con la enfermedad hace tres años, y tiene que tomar una medicación esteroide de vez en cuando para controlar los ataques potenciales. Pero los síntomas de su hija son nada como los suyos, que han incluido dolores de cabeza y debilidad masiva.
“Estaba en shock. Y asustada”, dijo Valles. “No tenía ni idea porque, de nuevo, no teníamos los mismos síntomas. Empezamos a ver su cuerpo perdiendo sensaciones — sus piernas se estaban dando por vencido, su visión, su torso. No podía andar. Tenía que hacer todo por ella”.
Los médicos primero intentaron una punción lumbar, luego los esteroides. Pero la enfermedad avanzaba demasiado rápido. “En un momento no pensé que pudieran detenerlo”, dijo Valles, rompiendo en lágrimas.
Finalmente se decidió que Ochoa se sometiese a un proceso conocido como plasmaféresis, donde se extrae sangre de su cuerpo, luego se separa del plasma donde se alojan las células enfermas e infectadas. “Un poco como diálisis”, dijo Ochoa. Y los médicos también comenzaron el tratamiento con rituximab.
Tomó una estancia de cinco semanas en Children’s Hospital, que involucró fisioterapia, terapia ocupacional y terapia del habla, pero Ochoa fue capaz de recuperarse.
Eventualmente regresó a la escuela la primavera pasada.
Y volvió a la lucha libre este año.
“Es lo que amo”, dijo.
Mantiene su humildad
Como todos los padres, Ronnie Ochoa desearía que su hija mayor no tuviera que pasar por esto, y aún así debe pasar por esto.
“Ha sido bastante difícil”, dijo el padre. “Lo único que puedo hacer es estar ahí. No hay nada que podamos cambiar, aún. Esperamos que un día haya una cura. Pero ahora mismo es como que sólo crean tratamientos y prueban las cosas para ver qué funciona”.
Está convencido de que la lucha ha ayudado a su hija.
“Es su pasión. No creí que se quedaría con ella, no encajaba en el perfil de la lucha libre, pero le encanta. Y ella está luchando con chicas 10-12 libras más pesadas. Dios le dio esta enfermedad porque ella puede manejarla. Pero es difícil. Usted lee el lenguaje corporal, usted sabe cuando ella ha tenido un largo día”.
Ochoa dijo que la experiencia le ha enseñado una lección importante.
“Sean humildes, y valoren todo lo que tengan. Porque es posible que no lo tengan”, dijo. “Y estando en el hospital de los niños, el piso sobre mí era de todos los pacientes con cáncer. Veía a los niños más jóvenes que yo luchando con las cosas mucho más difícil. Para ellos hacer lo que hacen es increíble”.
Ochoa planea recaudar dinero para la sociedad nacional de EM con su madre en un par de entrenamientos patrocinados de clase spin en el gimnasio Get Sweat en San Fernando el 23 de Marzo. Las personas que se inscriban en las clases donan dinero para tomar parte en el entrenamiento.
Ochoa todavía tiene que vigilar su salud, y trabajar en no sentirse derrotada por sus circunstancias.
“A veces quiero decir que lo he derrotado. Y a veces me gana”, dijo Ochoa.
Al igual que todos los próximos competidores de lucha libre de la ciudad, Ochoa quiere ganar su nivel de peso, o estar de nuevo en los tres primeros lugares en el encuentro de la ciudad, que le daría un avance al torneo estatal.
Una cosa que ella no tiene que preocuparse, cualquiera que sea el resultado del torneo de la ciudad y esperemos que el torneo estatal, es que eso no la determinará o definirá como un campeón.
Porque Samantha Ochoa ya ha demostrado que es mucho más que eso.