M. Terry / El Sol

Las reinas y reyes de Granada Hills — los equipos de basquetbol femenino y masculino de los Highlanders levantaron trofeos después de sus triunfos en la División Open y División I.

Los espectadores que llenaron las graderías dentro de Los Angeles Southwest College el sábado, 23 de Febrero, probablemente no creían lo que acaban de ver.

Eso incluye a las familias y amigos de los equipos de basquetbol masculinos y femeninos de la secundaria Granada Hills Charter.

Sin embargo, era verdad. Ambas escuadras de Highlanders estaban celebrando los campeonatos de baloncesto de la City Section en este día. El equipo de los muchachos había derrotado a University High de Los Angeles 75-74 en el juego por la corona de la División I, y el equipo de las jovencitas hizo lo mismo, sobrepasando 59-49 a la secundaria Westchester de Los Angeles en el juego de la División Open.

Eran victorias de proporciones históricas. Los chicos Highlander no habían ganado un campeonato de la City Section desde que reclamaron el título 3A en 1987, un lapso de 32 años. Y las chicas ganaron su primer campeonato Open, una división que fue creada hace cinco años.

Más extraordinaria fue la metodología de cómo cada equipo triunfó. Ambos tuvieron una defensa, implacable que alternadamente agitó y frustró a sus oponentes. Y ambos equipos utilizaron rachas de puntuación tempranas en el tercer cuarto para tomar el control de sus partidos y sellar las victorias eventuales.

“No parecemos el equipo más intimidante. Tampoco somos el equipo más grande. Pero tenemos hambre”, dijo Jesse Bannout, uno de los siete jugadores de último año que ha estado en el programa de baloncesto masculino de Granada Hills los cuatro años. “Y todo el mundo trabaja en el sistema. Estamos muy trabajadores; queremos tener la pelota. Nos hace enojar cuando la gente nos mira hacia abajo, porque sabemos de lo que somos capaces.

“Se siente tan bien finalmente ganar”, dijo Ashley Jeong,  del equipo femenino. “Nuestro equipo trabaja duro todos los días, se levanta temprano cada mañana (para practicar) y después de la escuela. Pero lo hicimos. Creímos en nosotras mismas. Esto se siente muy bien”.

Era un tanto discordante y revelador. También puede haber demolido cualquier mito persistente sobre los Highlanders que carecen de tenacidad o resolución.

“¿[La creencia de que] los chicos de Granada Hills son blandos? ¿(que nacieron) con cucharas de plata y crecen en una comunidad de clase media y media alta?  Quizá haya un elemento de verdad en eso”, dijo el entrenador de los chicos, Don Loperena. “Solía decir lo mismo de ellos cuando estaba entrenando en la secundaria Monroe”.

“Cada año hablamos de ser el equipo más duro en la cancha. Este año cambió”, dijo el entrenador de las chicasa, Jared Honig. “Podía contar con una mano cuantas veces no había buenas prácticas. Siempre fue de alto nivel. Cualquier momento que les pedí que estuvieran allí, cualquiera que fue el entrenamiento ese día, hicieron lo que se le pidió…. Creo que saben que si siguen el plan, pueden suceder cosas buenas”.

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Desde que tomo la posición de entrenador en jefe en Granada Hills en 2004, Loperena se ha esforzado para moldear a los Highlanders en un grupo defensivo tenaz que nunca toma una posesión de pelota a la lilgera. Era la mejor manera que él sabía de cómo neutralizar a equipos con más altura y/o talento.

Y mientras que los campeonatos y trofeos son símbolos obvios de logros, no son los únicos para Loperena.

“Mi validación es tener a equipos con múltiples transferencias, que pueden tener más reconocimiento, y molestarlos o desconcertarlos o llevarlos al límite y no pueden averiguar cómo está sucediendo”, dijo Loperena. “Ellos ven chicos más pequeños que ellos, que no pueden encestar como ellos, y no pueden averiguar por qué el juego va de esa manera basado en lo que ven”.

Algunos años ha funcionado mejor que en otros. Pero Granada Hills no estaba consiguiendo ningún trofeo aparte de algún título de pretemporada o de vacaciones.

Hasta el partido contra la University por el campeonato de la División I de la ciudad.

Los Wildcats fueron efectivos a través de la primera mitad, deslizándose a través de suficientes trampas defensivas de los Highlanders para alcanzar una ventaja de medio tiempo de 31-29. Pero Granada Hills salió y anotó los primeros nueve puntos del tercer cuarto, y se fue arriba 46-36 al final del cuarto. Ahora arriba en el marcador, los Highlanders apretaron su presión defensiva aún más. Y University se desmoronó. Granada Hills construiría una ventaja de 20 puntos antes de llegar a la victoria. 

“Es lo que enfatizamos”, dijo Joel Carrillo, un guard. “Todo el mundo puede hacer tiros. Pero para jugar un juego sólido y completo de defensa — moviéndose, girando, hablando — eso es lo que enfatizamos. No ellos atacándonos, pero nosotros atacándolos con defensa. Eso nos lleva a nuestra ofensa”.

Agregó el forward Chris Howard, “no parecemos intimidantes. Mira nuestras caras, no somos todos malo ni nada. Pero tenemos mucho corazón, y todos somos uno en la cancha. No se puede ver el ‘ corazón’ en el papel, pero se puede ver en la cancha”.

Loperena, sin embargo, quiere más para los Highlanders. O al menos crear otra manera en que la gente vea el equipo.

“El año pasado fuimos a la División Open y conseguimos una victoria, pero en los ojos de todos este fue un año mejor porque la gente lo basa en ganar campeonatos”, dijo. “No voy a quitarle nada a mis hombres. Pero la forma en que la sociedad mira la validación no se correlaciona en mi mente. Lo hicimos estos últimos años con cero transferencias. Eso valida nuestro éxito”.

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Honig también había intentado hacer el equipo de las chicas defensivamente innavegable. Pero había una motivación diferente. Las Highlanders, que ganaron por última vez un título de la ciudad en 2013, estaban constantemente siendo apabullados en los playoffs de la ciudad por la entonces poderosa secundaria Fairfax de Los Angeles. No mucho más se estaba haciendo en los playoffs regionales y estatales.

Esta temporada, Honig apretó a su equipo, con 10 estudiantes de tercer y último año y en la lista de 12 jugadores, más fuerte que nunca. Había prácticas antes de la escuela, así como después, además del régimen normal de ejercicios y acondicionamiento. La idea era poder jugar un nivel de defensa intenso durante toda la temporada.

“Yo [quería] trabajo arduo y de equipo para definirlos”, dijo Honig. “Tienes que conseguirlo. A veces tienes que pasar por [una desilusión] para superar el obstáculo, y fue lo que hicimos. Las derrotas nos dieron más hambre por el momento. Iban a hacer lo que fuera necesario.

“Tuvieron una serie de juegos este año donde vi en sus rostros ‘no estamos perdiendo’. Las primeras victorias sobre Chaminade y Harvard-Westlake me mostraron lo que podíamos hacer cuando jugaban a nuestro potencial”.

Brianna Torres, una guard y estudiante de último año, concuerda.

“Mi segundo año cuando jugamos contra Fairfax (y perdimos), mirándolos aclamando [su campeonato] después de que perdimos, dolió. Me dio motivación para ganarlo”.

Las Highlanders estuvieron invictas en los partidos de la Liga West Valley y fueron los primeros en la División Open de la ciudad. Continuaron su deconstrucción defensiva de equipos derrotando a  la secundaria Legacy de Southgate en los cuartos de final, y pasando encima de su rival de la liga El Camino Real Charter en las semifinales.

Granada Hills luego dirigió su atención hacia Westchester. No era Fairfax, que había sobrellevado una temporada de 3-20. Pero las Comets — que juegan en la misma liga (Occidental) que Fairfax — eran campeones invictos de la liga, se sembraron en segundo lugar en la División Open, y tenían posiblemente la mejor jugadora de la ciudad en su center, Destiny Brown. Había muchos desafíos por todos lados.

 Al igual que en el juego de los chicos, el partido de las jovencitas se mantuvo cerca en la primera mitad. Las Highlanders lideraron 21-18 en el medio tiempo, pero Granada Hills no estaba disparando particularmente bien. Y Brown — que, inteligentemente, nunca obligó a su ofensiva — estaba resultando difícil de contener.

Pero también como en el encuentro de los chicos, las Highlanders tomaron el control en el tercer cuarto. “Hablamos en el medio tiempo que queríamos anotar los primeros cinco puntos sin importar dónde estemos en el juego y superar la intensidad del otro equipo”, dijo Honig. Eso es exactamente lo que hicieron las Highlanders — anotando los primeros cinco puntos — y pronto fueron hasta los nueve. Al principio del último cuarto, la ventaja se había extendido a 48-35.

Aunque se veían cansadas y desgastadas, Westchester tomó un último impulso contra Granada Hills, poniéndose 49-44 con 1:56 todavía por jugar. Pero en la posesión subsiguiente de las Highlanders, Hayley Berfield encestó de tres puntos para eliminar cualquier posibilidad de colapso.

“Se sintió increíble”, dijo Berfield, que había tenido problemas para anotar temprano en el juego. “[Honig] me dijo que siguiera disparando, y pensé ‘estoy fallando y mis compañeras de equipo también pueden disparar’. Pero Brianna me pasó el balón. La miré y el reloj de tiro, y pensé ‘voy a disparar’. Lo hice y me sentí muy bien”.

Aún mejor: por lo menos una temporada las Highlanders no tienen que defender quiénes son o de dónde provienen.