BOLIVIA
Ciudad boliviana dice no tenerle miedo al coronavirus
Los mercados callejeros de la ciudad de El Alto, vecina a La Paz, continuaban atestados el miércoles. Ahí los bolivianos dicen no tenerle miedo al nuevo coronavirus, por lo que la gente hace su vida normal a pesar de la cuarentena nacional de 12 horas por unos 15 días que decretó la presidenta interina Jeanine Áñez para prevenir el contagio.
En El Alto vive casi un millón de personas, la mayoría comerciantes, y no ven necesario que tengan que cerrar sus puestos callejeros temprano. De hecho, aseguran que las infusiones de varias hierbas locales les protegen.
Angelica Quisbert, vendedora de comida de 48 años, es una de las pocas personas que usa mascarilla, ya que dijo tener un débil resfrió.
“Yo me cuido y me curo de todos los resfriados y tos con mate de Wira Wira (planta que sirve para la tos) con limón, como antes nos enseñaban nuestras abuelitas”, aseguró.
Bolivia reporta doce casos positivos, la mayoría ya por contagios internos.
La presidenta Áñez declaró emergencia sanitaria y cuarentena de doce horas, desde las 5 pm hasta las 5am del día siguiente, así como la suspensión de los viajes terrestres y la prohibición de ingreso de europeos y asiáticos hasta el 31 de marzo.
Otra vendedora, en tono de chiste, mencionó: “el coronavirus me teme a mí, porque soy una mujer aymara del frío, del altiplano y sabemos cómo curarnos con nuestras hierbas”.
VENEZUELA
Venezolanos enfrentan coronavirus con improvisados tapabocas
En los oscuros sótanos de la principal maternidad de Caracas un grupo de obreras emprendió una silenciosa lucha para tratar de ganarle la batalla al nuevo coronavirus que amenaza con golpear de lleno a Venezuela, que sufre un fuerte deterioro de su sistema de salud y escasez de medicamentos e insumos básicos como mascarillas, guantes y batas.
Cinco humildes obreras de la estatal Maternidad Concepción Palacios, en el oeste de la capital, elaboran con la ayuda de unas viejas máquinas de coser tapabocas con sábanas azules desechables para distribuirlos entre médicos, enfermeras y trabajadores del centro de salud y protegerse así de un eventual contagio.
Ante la aparición de los primeros casos las autoridades declararon el “estado de alarma” en el país para tomar rápidamente decisiones y atender la pandemia, que ya ha contagiado a 36 personas en menos de una semana. Pero hasta la fecha en muchos de los hospitales públicos no se ha sentido ninguna mejoría y persiste la escasez de mascarillas, guantes, batas, medicamentos y hasta servicios básicos como el agua, relataron a The Associated Press algunos médicos y empleados de esos centros de salud.
Esa situación fue advertida en la Encuesta Nacional de Hospitales que realizó entre noviembre de 2018 y septiembre pasado un grupo de médicos en 40 de los principales centros de salud del país y que reveló que ningún hospital público opera en condiciones normales por la falta de servicios básicos, la escasez de insumos, las fallas de algunos equipos y la merma de personal producto de la fuerte migración de venezolanos que en los últimos años huyeron de la crisis que azota al país.
Conscientes de la difícil situación, las cinco obreras laboran diariamente casi nueve horas continuas para fabricar la mayor cantidad de tapabocas posibles y lograr suplir los requerimientos de sus 2.800 compañeros de trabajo.
CUBA
Crucero con infectados de COVID-19 atraca en puerto cubano
Un crucero británico con un millar de personas a bordo y cinco casos de coronavirus confirmados y docenas de sospechosos atracó el miércoles en Cuba luego de ser rechazado por varios puertos del Caribe.
La odisea del MS Braemar de la compañía Fred Olsen Cruise Lines terminó con el anclaje de la nave en el puerto de Mariel, a unos 70 kilómetros de La Habana, desde donde los pasajeros serán transportados al aeropuerto José Martí y enviados en cuatro vuelos chárter a Gran Bretaña.
Las autoridades de la isla autorizaron la operación de evacuación por razones humanitarias y aseguraron que la harán bajo estrictas medidas de seguridad.
Silenciosamente mientras amanecía la nave comenzó a perfilarse en la Bahía de Mariel mientras de fondo se veían las torres de la terminal de contenedores, constató un periodista de The Associated Press.
“Cuba recibirá y brindará atención a los pasajeros afectados por el coronavirus del crucero británico MS Braemar. Somos consistentes con nuestra convicción de solidaridad con la humanidad”, dijo en su cuenta de Twitter el presidente Miguel Díaz-Canel.
Con sus enormes ventanales y cinco pisos de altura en forma de cascada, cubiertas exteriores para que los pasajeros disfruten de la vista del mar y varios restaurantes a bordo, el Braemar se convirtió en una trampa para sus casi 700 pasajeros y más de 300 tripulantes.
El MS Braemar, que navegaba por el Caribe desde febrero, detectó cinco casos de coronavirus luego de salir de Cartagena en Colombia a comienzos de marzo. Se le negó la entrada a Curaçao, Barbados y Bahamas, que lo proveyó de ayuda material pero rechazó recibir a los pasajeros o a la tripulación alegando la imposibilidad de protegerse contra un virus de alto contagio.
ECUADOR
Sin turismo, Galápagos es un archipiélago fantasma
En medio de la conmoción mundial por la pandemia del COVID-19, la vida de la canadiense Jessy Lamontaine tomó un giro inesperado: tuvo que prolongar su estadía en una isla en medio del océano Pacifico y sin posibilidad inmediata de regresar a su país.
Ella llegó el 10 de marzo al archipiélago de Galápagos, uno de los mayores atractivos mundiales en turismo de naturaleza, junto a su esposo Sajid Qureshi y su hijo Aydin, de seis años. Sin embargo, en medio de su viaje soñado, Ecuador cerró por 21 días sus fronteras a fin de evitar la propagación del nuevo coronavirus.
“En la mañana estaba llorando, no tenía respuestas de la aerolínea, no tenía dinero y no sabía si iba a conservar mi trabajo, pero el dueño del hotel me llamó para decirme que no me iba a cobrar, luego hablé con mi jefe, que me dijo que podía esperar con mi trabajo”, aseguró.
Al igual que Lamontaine, algunos visitantes extranjeros se han quedado en estas islas, a 1.000 kilómetros de las costas ecuatorianas, que ahora lucen como un territorio triste sin los turistas y toda la actividad que desencadenan.
El gobernador de Galápagos, Norman Wray, dijo que unos 2.000 extranjeros se han quedado y que en esta semana tienen la posibilidad de abandonar el archipiélago en vuelos contratados o previamente autorizados. El martes las autoridades decidieron suspender el acceso a las islas a todos, incluso de residentes y visitantes, sin que hayan realizado una cuarentena previa.