SAN SALVADOR, El Salvador (AP) — Católicos y laicos celebraron el martes que el papa Francisco decretó que el arzobispo de San Salvador, Oscar Romero, fue asesinado por odio a la fe y aprobó una declaración de martirio que allana el camino a su beatificación.
Romero, llamado también “la voz de los sin voz”, fue ultimado el 24 de marzo de 1980 con un disparo al corazón cuando oficiaba misa, un día después de pedir a los militares en una homilía: “En nombre de Dios y de este sufrido pueblo les ruego, les suplico, les ordeno, en nombre de Dios, cese la represión”.
Como una muestra de júbilo, a las 6 de la tarde las campanas de todas las parroquias del país repicaron sin cesar, mientras cientos de feligreses se congregaron en la catedral metropolitana de la capital para unirse al regocijo de los católicos salvadoreños.
“Nos hemos desayunado con esta grata noticia del papa Francisco anunciando que reconoce ya oficialmente el martirio de monseñor Romero y declarándolo beato”, dijo a la AP monseñor Rafael Urrutia, encargado de promover la causa de beatificación del prelado. “Dios está pasando de nuevo por El Salvador con esta noticia que es una invitación a la reconciliación de la paz, a la solidaridad fraterna”.
Urrutia explicó que el arzobispo capitalino José Luis Escobar Alas se encuentra en Roma y que a su regreso se definirá la fecha de beatificación oficial en un acto litúrgico que se realizará en El Salvador y en el que estará presente un enviado del pontífice. La Iglesia comenzó los preparativos para el acto oficial.
“Monseñor Romero ya está en los altares, ya es San Romero de América y todos los salvadoreños estamos muy felices”, dijo a la AP María Escalante, una ama de casa de 62 años que llegó hasta la catedral capitalina para rendir homenaje al prelado.
“Monseñor Romero es nuestro, Romero es de los salvadoreños; ganó la verdad, él siempre fue un santo”, agregó Alejandro Centeno, un empleado que camino a su casa pasó por la catedral para unirse a la fiesta por su beatificación.
Al conocer la buena noticia, Rosa Chávez, uno de los fieles seguidores del arzobispo, se reunió con más de 100 sacerdotes para presidir una misa de acción de gracias.
“Se hace justicia a la verdad de Romero, y se reconoce que Romero fue un hombre de Dios, un hombre de la Iglesia, un hombre que da la vida por los pobres”, afirmó.
En la tradición católica, el martirio está reservado a personas muertas por odio a la fe. La causa de Romero se vio demorada entre otras razones por dudas acerca de si fue asesinado debido a su actitud de apoyo a los pobres o por su fe.
El decreto firmado por Francisco el martes dice claramente que Romero fue un mártir en el sentido clásico, muerto por odio a la fe.
“El júbilo no nos cabe en el corazón, y no es sólo que monseñor Romero va a ser beatificado, sino que es declarado mártir de la Iglesia. Cuántas calumnias recibió este hombre en su vida, cuánta persecución, cuántas amenazas de muerte y terminaron matándolo. Igual pasó con Jesús, el mártir del Calvario”, dijo a periodistas el obispo auxiliar capitalino, monseñor Gregorio Rosa Chávez.
La causa de beatificación estuvo bloqueada durante años por temor a que Romero hubiera estado vinculado con la Teología de la Liberación —un movimiento al que él nunca perteneció_, la cual aboga por dar prioridad a la atención a los pobres.
Francisco desbloqueó la causa poco después de ser elegido pontífice. Los mártires pueden alcanzar la beatificación, el primer paso a la posible elevación a los altares, sin que se atribuya un milagro a su intercesión. La canonización sí requiere un milagro.
“La verdad se ha impuesto. Acuérdense como monseñor Romero fue acusado de ser subversivo, de ser guerrillero, y por fin se ha reconocido que eso no era verdad, sino que era un hombre de Dios”, afirmó monseñor Ricardo Urioste, presidente de la Fundación Monseñor Romero.
El gobierno de El Salvador expresó su alegría por el anuncio del Vaticano y dijo que los salvadoreños se sienten dichosos de que finalmente sea reconocido el martirio de Romero, quien a través de su obra pastoral “dio esperanza y voz a los menos favorecidos, y cuyo mensaje continúa vivo y latente entre nosotros”.
Un informe de la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas, creada poco después de los acuerdos de paz, determinó que el autor intelectual del crimen fue el ya fallecido mayor Roberto D’Aubuisson, fundador del partido derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que gobernó el país durante 20 años (1989-2009).
Sin embargo, los responsables del delito no serán castigados debido a una amnistía promulgada por el gobierno de Arena horas antes de ser divulgado el informe de la Comisión en 1993.
Romero, como muchos sacerdotes, recibió decenas de amenazas de sectores ultraderechistas que le decían a sus seguidores: “Haga patria, mate un cura”.
Ahora, 35 años después de su muerte, ante la inminente beatificación y en tiempo de campaña electoral por los comicios municipales y legislativos de marzo, dirigentes de Arena han calificado a Romero como “un líder histórico” y hasta han prometido construirle un monumento.
“Monseñor Romero es un líder histórico en el país, es un líder para nosotros los católicos, es nuestro guía y el líder de la Iglesia”, dijo el presidente de Arena, Jorge Velado, en entrevista para una televisora local hace una semana.
Velado sostiene que no hay ninguna prueba que confirme que D’Aubuisson participó en el crimen y señala que cuando Romero fue asesinado Arena no existía.