El 26 de septiembre, 43 estudiantes de Ayotzinapa, una escuela rural de maestros en el sureño estado de Guerrero, México desaparecieron luego de participar en una protesta política en la ciudad de Iguala, a unas 150 millas de su escuela. El alcalde de Iguala y su esposa–que estuvieron prófugos antes de ser aprehendido por autoridades federales hace algunas semanas–aparentemente ordenaron que se les “diera una lección” a los estudiantes.
Según los fiscales, el alcalde del pueblo de Iguala ordenó a la policía confrontar a los estudiantes. Se dice que la policía entregó los 43 estudiantes a un cartel, que los mató y se deshizo de sus cuerpos.
Acostumbrados ya a la impunidad, el caso ha generado gran indignación y motivado a los mexicanos a tomar acción. Han organizado enormes protestas, prendido fuego y destruido edificios gubernamentales, bloqueado carreteras y rehusado a creer las aseveraciones del gobierno de que los estudiantes fueron asesinados y que sus cuerpos fueron calcinados; sus cenizas esparcidas en un río.
Los restos humanos encontrados recientemente cerca de un río en la zona han sido enviados a laboratorios para su análisis. Los resultados podrían tardar varias semanas.
En la búsqueda de los 43 estudiantes, varias fosas clandestinas con restos humanos han sido encontradas en los alrededores de Iguala, así como en el pasado aparecieron en los estados norteños de Durango y Tamaulipas, luego que se encontrara a 72 inmigrantes, la mayoría de ellos centroamericanos, asesinados por los carteles de la droga.
Hay varias familias del Valle de San Fernando que conocen de primera mano el trauma de no saber lo que ocurrió a sus seres queridos.
El domingo 27 de Marzo de 2011, Maria Ignacia González escuchó por última vez la voz de su hijo, Andres Ascensión Tellez González.
Tellez González, de 37 años, y su hijo Braulio Hernández Bravo salieron de Puebla, México con destino a Laredo, Texas.
El padre de dos hijos llamó a su madre, residente de Panorama City, y le dijo que estaba a dos horas de Nuevo Laredo, justo al otro lado de la frontera con Texas. Fue su última llamada y nunca llegó a su destino.
Tellez González trabajaba como camionero en Texas y según su hermana Belen, el desapareció en un retén policial.
Incluso contó que su madre escuchó cuando Tellez González le decía a su amigo “acelera, acelera”.
“Le dijimos a mi hermano que no fuera a México porque era muy peligroso, pero él dijo que si no te metías con los criminales nada te pasaría, pero eso es mentira”, dijo Belen, quien la semana pasada se unió a varias personas más cuyos seres queridos han desaparecido en México para mostrar su solidaridad con aquellos en la misma situación en el país azteca.
Y esta semana, la gente de Los Angeles también marchará para mostrar su apoyo por sus paisanos y por los jóvenes estudiantes desaparecidos.
Este jueves 20 de Noviembre, la gente se reunirá a las 4:00 p.m. en frente de la iglesia de La Placita en el Centro de Los Angeles para luego marchar hacia el Consulado de México en Los Angeles y protestar ahí contra la impunidad en su país. Los organizadores de la marcha piden a los participantes que vistan de negro, para mostrar su luto.
Marchas similares también se llevarán a cabo en el Condado de Orange y San Bernardino.
Ese es el mismo día que se espera que miles de mexicanos arriben de todo el país en la Ciudad de México para lo que se espera sea una enorme demostración en contra del gobierno de ese país.