Courtesy of Channel 2 Los Angeles

Un jurado compuesto por siete mujeres y cinco hombres deliberó por menos de seis horas antes de alcanzar un veredicto de culpabilidad para Isauro Aguirre por la muerte de Gabriel Fernández de 8 años en Palmdale en mayo de 2013.

Emily Carranza, una prima del niño de 8 años, reaccionó al veredicto y habló de la necesidad de seguir adelante para agilizar el juicio de la madre de Gabriel, Pearl Sinthia Fernández, quien será enjuiciada por aparte.

Carranza, residente de Sylmar, ha estado en el tribunal durante casi todo el juicio y escuchó los horrendos testimonios y vio la evidencia y dijo que las gráficas imágenes del abuso contra el menor – que han sido comparadas con el sufrimiento de un prisionero de guerra – quedarán en su mente para siempre.

“Hoy es agridulce. Se ha alcanzado justicia en cuanto a la ley. Pero, nunca tendré justicia porque no regresará a Gabriel”, dijo Carranza. “Ninguna cantidad de castigos será justicia por lo que Aguirre le ha hecho a Gabriel”.

Carranza dijo que estarán pendientes del juicio próximo contra Pearl Fernández, la madre del chico. Ella está molesta de saber que el abogado defensor de Pearl recientemente alegó que ella tiene “retrasos intelectuales” y tal vez no pueda enfrentar un juicio.

Carranza considera esta acción como un ardid para evitar que ella enfrente a la justicia y describió a su prima como “bastante inteligente”. En el juicio contra Aguirre, la evidencia mostraba las elaboradas mentiras y manipulación que tuvo lugar para esconder el hecho de que Gabriel fuera amarrado y amordazado dentro de un gabinete cuando otro familiar llegó al apartamento buscando al niño. Dijeron entonces que Gabriel estaba con la familia de Aguirre.

“Ella tenía intención cuando estaba abusando de Gabriel. Está tratando de escapar un juicio por los crímenes que cometió en contra de su hijo. No importan los trucos que haga, se dirá la verdad”.

Sin embargo, Carranza dijo que nunca habrá respuestas para entender cómo y por qué la propia madre de Gabriel lo odiaba tanto y qué hizo que Aguirre y Pearl fueran tan “malvados”.

EL JUICIO

El lunes, el fiscal asistente Jonathan Hatami llamó a Aguirre un hombre “desalmado” a quien le “gustaba torturar” a Gabriel Fernández y lo hizo de manera sistemática en los meses antes de la muerte del menor. Aguirre odiaba al chico porque pensaba que era gay, según la Fiscalía.

Uno de los abogados de Aguirre admitió el lunes que su cliente mató al niño en Mayo de 2013, pero dijo al jurado que el acusado “actuó en un arrebato de enojo seguido por una explosión de violencia” y no con la deliberación y la premeditación requerida para emitir un veredicto de asesinato en primer grado.

Aguirre también enfrentaba circunstancias especiales de alegato de asesinato por tortura.

Los fiscales piden la pena de muerte para Aguirre y su exnovia, Pearl Sinthia Fernández, de 34 años y madre del chico, quien será enjuiciada por separado.

Hatami empezó sus argumentos finales el lunes mostrando una foto del cadáver golpeado de Gabriel sobre una mesa de autopsia – cubierto de lesiones de pies a la cabeza – como evidencia de la intención de Aguirre de matar al chico.

“No puedes creer que una persona en nuestra sociedad pueda intencionalmente asesinar a un niño”, dijo Hatami, comparando el abuso sufrido por el menor al de un prisionero de guerra.

“Créanlo, porque ocurrió. Esto fue asesinato intencional por tortura”, le dijo al jurado. “No vayan de regreso al cuarto del jurado y hagan excusas para el acusado….esto no tuvo nada que ver con drogas…esto no tuvo nada que ver con problemas de salud mental”.

Hatami dijo que en los meses antes de la muerte del menor, “no le daban de comer, lo golpeaban y lo pateaban y lo abusaban con golpes…era discriminado, acosado y lo llamaban gay. Le sacaron sus dientes a golpes. Era amarrado cada noche y colocado dentro de una caja…Gabriel estaba muriendo”.

El fiscal pintó una imagen de Aguirre durmiendo cómodamente noche tras noche mientras, en el mismo cuarto, Gabriel estaba amordazado y amarrado dentro de un pequeño gabinete con un “calcetín en su boca, cuerda de zapatos (amarradas) en sus manos, una pañoleta sobre su cara”, y sus tobillos estaban esposados.

“Forzar a un niño a comer arena y heces de gato, más de una vez, ¿cómo alguien puede hacer eso?”, agregó Hatami, en referencia al testimonio ofrecido por el hermano mayor de Gabriel.

El alegó que Aguirre, de 6 pies 2 pulgadas y 270 libras golpeaba y pateaba a Gabriel lo suficientemente duro para hundir en la pared del apartamento de la familia y dejar al chico inconsciente, luego – con la ayuda de la madre del menor – escondía la ropa ensangrentada del chico y colocaban un cuadro sobre el hundimiento antes de llamar al 911.

LA DEFENSA

La defensa argumentaba que Aguirre nunca quiso matar al chico, pero Hatami buscó socavar ese alegato, diciéndole al jurado que Aguirre odiaba al niño. La pareja solo le quitó el menor a los abuelos maternos para poder cobrar asistencia social por su cuidado, dijo la Fiscalía.

“Gabriel era un niño sensible, más dulce (que su hermano) y el acusado lo odiaba por eso…creía que Gabriel era gay”, dijo Hatami. “Esta situación de estrés y enojo es una mentira…porque no es apoyada por la evidencia. Al defendido le gustaba torturar a Gabriel. Es un asesino y un torturador”.

El abogado defensor Michael Sklar le dijo al jurado que “la evidencia en este caso requiere que encuentren a (Aguirre) culpable de asesinato (en segundo grado), no primer grado”.

Sklar admitió “actos impensables de abuso durante un largo periodo de tiempo” por parte de su cliente, pero le pidió al panel que se enfocara solo en los hechos ocurrido el 22 de Mayo de 2013, cuando Aguirre y Fernández supuestamente le dieron una paliza a Gabriel que le causó su muerte.

Aguirre estaba molesto porque Gabriel le había pedido a su madre dejar a su novio y luego lo negó, llamando mentirosa a su madre enfrente de Aguirre, dijo el abogado defensor.

“Isauro explotó en un arrebato de enojo” y luego “describió su enojo como de 20 en una escala de 10” a un detective, dijo Sklar. “Estaba completamente fuera de control”.

Pero una vez se dio cuenta que Gabriel estaba inconsciente, “inmediatamente tomó los pasos para revivirlo”, dijo el abogado defensor.

También alegó que fue la madre de Gabriel quien lo golpeaba con un cinturón, le disparó con una pistola de balines, lo forzó a comer heces de gato y era responsable por mucho del abuso antes de su muerte.

Personal del Departamento de Bomberos del condado de Los Angeles fueron a la residencia de la familia en la cuadra 200 al este de la avenida Q-10 en Palmdale en respuesta a una llamada informando que Gabriel no estaba respirando. Fue declarado con muerte cerebral ese día y le removieron de las máquinas de vida artificial dos días más tarde.

Aguirre y la madre del chico han estado en la cárcel sin derecho a fianza desde que fueron acusados por la muerte del menor en Mayo de 2013. 

Dos ex trabajadores sociales del Condado de Los Angeles – Stefanie Rodríguez y Patricia Clement – y los supervisores Kevin Bom y Gregory Merritt fueron encausados el año pasado con un cargo de felonía cada uno de abuso infantil y falsificar récords públicos en conexión con el caso.