Empecemos con lo básico. No. No es el “Halloween mexicano”.
Si usted no ha oído hablar del Día de Muertos, en realidad es eso – un día dedicado a honrar y celebrar a los que han pasado a mejor vida.
No hay nada aterrador, espeluznante, o de miedo sobre esta celebración. Por el contrario, hay color, comida, rituales y, sobre todo, devoción. Originado en la cultura azteca, se ha transformado y salpicado de catolicismo – y se podría decir que la iglesia católica lo ha adoptado como propio – convirtiéndose en una fusión con las festividades celebradas el 1 de Noviembre, el día de todos los santos, cuando se honra a los niños fallecidos y el 2 de Noviembre, día de los santos difuntos.
Mientras que la conversación y el tema de la muerte está mal visto en la cultura occidental, en la cultura mexicana se ve de manera diferente: humorística, irreverente, como parte de la vida cotidiana.
Tal vez el autor mexicano y Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, lo resumió mejor en su libro de 1950, El Laberinto de la Soledad: “Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente”.
Las celebraciones del Día de Muertos son particularmente relevantes en el sur y centro de México, y los inmigrantes de allí la han traído a este lado de la frontera.
Cada vez más, los eventos alrededor de esta celebración surgen por todas partes. Justo este sábado, 27 de Octubre, el parquet Recreation de la ciudad de San Fernando contará con uno de esos eventos después de la carrera de 5K.
Allí, uno está seguro de ver los altares en honor a los muertos, con sus fotos y adornados con calaveras de azúcar, pan de muerto, su comida y bebidas favoritas y otros elementos que marcaron sus vidas (alcohol y tabaco, por nombrar algunos).
La construcción de altares puede tomar muchas formas, pero cada uno debe contener cuatro elementos esenciales de la naturaleza: tierra, viento, agua y fuego. La tierra puede ser los tazones de arcilla llenos de frutas o maíz. El viento es a menudo representado por el papel picado, el agua es para saciar la sed de las almas que visitan después de un largo viaje desde el más allá, y el fuego lo simbolizan las velas que guían el alma hacia su destino. También se debe incluir sal, copal (incienso) y flor de cempazuchtl (caléndulas) para traer a su ser querido de vuelta para una “visita”.
Se cree que en estos días, 1 y 2 de Noviembre, los que han muerto vuelven a pasar el día con su familia.