Casí hemos ganado la ventaja en nuestra batalla contra el COVID 19. Nunca antes en la historia moderna había sido tan insegura la victoria contra un enemigo biológico.
En los Estados Unidos, solo el 35% de la población ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra coronavirus, pero esto no refleja el alcance de nuestro éxito. En el condado de Los Ángeles, el 70% de la población mayor de 65 años ha recibido al menos una dosis de una vacuna.
Para aquellos que han pasado el último año confinados en sus casas, la idea de gozar de libertad es embriagante. Las personas mayores añoran a sus nietos y los adolescentes sueñan con visitar a sus amigos.
Un hecho desalentador frente a esta euforia es el auge de la cepa B.1.1.7. El CDC ha anunciado que esta es la variante predominante en la actualidad tanto en California como en los Estados Unidos.
La cepa B.1.1.7 es susceptible a las tres vacunas que están aprobadas en los Estados Unidos. Sin embargo, hay evidencia científica que indica que la cepa B.1.1.7 se propaga más fácilmente entre niños y adolescentes que cepas anteriores.
Al principio de la epidemia el COVID 19 atacaba con menor ferocidad a los niños. A medida que la cepa B.1.1.7 se propaga por todo el país y el mundo, la edad promedio de los pacientes hospitalizados está disminuyendo.
La ola de coronavirus en Minnesota y Michigan ha demostrado que la propagación está ocurriendo en entornos grupales, como escuelas, centros de cuidado infantil y equipos deportivos.
El Dr. Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, quien anteriormente abogó por la apertura de las escuelas, ha cambiado de punto de vista. “Todas los planes que habíamos hecho sobre los niños en las escuelas realmente ya no son aplicables. Tenemos que darle una nueva mirada a este tema”.
Por supuesto, todos añoramos volver a la normalidad. Sin embargo, es importante reconocer los hechos. Los estudios demuestran que más de 40.000 niños en los Estados Unidos han perdido a un padre o una madre a causa de esta enfermedad. Un número mayor ha perdido a sus abuelos.
Los niños de las comunidades más afectadas en el sur de California viven en hogares multigeneracionales abarrotados. Si bien es cierto que estamos viviendo los últimos días de la epidemia, la reapertura prematura de las escuelas en el contexto de la cepa B.1.1.7 inevitablemente dará como resultado que más niños quedan huérfanos.
Hay poderosas fuerzas políticas y económicas decididas a reabrir las escuelas. Tanto el gobierno como el sistema educativo han comprometido fondos y recursos para la reapertura a corto plazo, y es improbable que se logre convencerles esperar hasta que todos estemos inmunizados.
Frente a esas fuerzas que escapan a nuestro control, insto a las familias con niños en edad escolar a que hagan lo que sea necesario para vacunar a los miembros del hogar mayores de 16 años. Hay sitios web para hacer cita que son administrados por la ciudad, farmacias y una gran cantidad de clínicas de salud públicas y sin fines de lucro.
Las primeras vacunas para niños menores de 16 años deberían estar disponibles dentro de dos o tres meses. Tome el asunto en sus manos y encuentre la manera de asegurar que todos los miembros de su hogar reciban la vacuna lo más rápido posible. No se demore. Sus hijos necesitan que haga esto.
Dra. Ruth Lindo es pediatra en Clínica Monseñor Oscar Arnulfo Romero en Los Ángeles