Los últimos cuatro años han sido bastante especiales, admite Elizabeth Flores, jugadora del equipo de softball de Cleveland. Ella ha sido parte del primer equipo de la escuela los cuatro años. Ella ha visto a su equipo crecer de una colección de chicas que sólo buscaban divertirse en un grupo realmente desafiante para ganar la siempre competitiva Liga West Valley.
Aún más importante — ella cree que ha hecho una conexión con un grupo de personas que podrían convertirse en amigas de toda la vida.
“Para mí la forma en que nos llevamos, fue algo inmediato”, dijo flores, de 18 años. “Siempre he tenido esa sensación”.
Las afirmaciones de Flores son apoyadas por sus compañeras Jackie Jacobson, Cassie espenson y Caitlyn Pineda. Sus respuestas acerca de la cercanía colectiva del equipo no suenan robóticas, o de memoria. Parece que hay una verdadera hermandad que usan gorras, tacos y guantes de bateo.
“Como todas las familias podemos pelear y discutir”, dijo Jacobson, de 18 años, una lanzadora diestra y también estudiante de último año. “Pero al final del día somos hermanas una de la otra y nos cuidamos entre nosotras”.
“Ese es un componente clave que siempre he notado en los años que he estado en este programa. Si estoy teniendo un día difícil, vengo a la práctica del softball y mis compañeros de equipo me levantan el ánimo. Es importante con un equipo de esta naturaleza porque todas venimos de diferentes orígenes y diferentes niveles de juego. Pero todas nos unimos. Encajamos bien”.
Ciertamente han engranado bien esta temporada. A partir del martes 10 de Abril, las Cavaliers han tenido un récord de 10-3 en total, 2-1 en la Liga West Valley , y empezaron la semana con una racha ganadora de ocho partidos que terminó el lunes ante El Camino Real Charter. (Los resultados del juego del miércoles contra Birmingham no estaban disponibles al cierre de esta edición. Tienen una revancha con ERC el viernes.)
Ganar a menudo es un gran desodorante en los deportes de equipo. Puede cubrir la sensación de descomposición de los celos, la envidia o la complacencia que convertiría al mejor de los equipos en pequeños grupos separados. Como le gusta señalar a Espenson, de 16 años y paracortos de potencia con seis jonrones, “si no nos lleváramos bien una con la otra no sé si podríamos jugar bien”.
Pero las buenas vibras son parte de todo lo que hace Cleveland cuando se trata del juego, y el equipo.
“Tratamos de dar lo mejor en el campo”, dijo Pineda, de 17 años de edad. “Vamos al 100 por ciento, si ganamos o perdemos. Todavía estamos orgullosas de nosotras mismas porque siempre luchamos, no importa lo que pase…. siento que estamos tan conectadas ahora”.
Marcia Muller García, ahora en su tercera temporada como entrenadora en jefe, merece un poco de crédito por el crecimiento del equipo y el programa. Cada año, esta agrupación de jugadoras se ha puesto un poco mejor bajo su vigilancia. En 2016 ganaron 12 partidos. El año pasado fueron 13, lo que coincidió con su mejor marca total desde 2007. Y esta temporada, con siete titulares que regresaron, se ven bien en su camino a superar ese total.
“Se han convertido en un equipo, muy cohesivo”, dijo García. “Siempre han sido un gran grupo. Pero a veces se trata de lo que el grupo muestra: las que juegan su juego ‘A’, o las que sólo juegan.
“[Pero] quiero que sean capaces de salir adelante, sin importar el resultado. La ‘filosofía’ aquí es trabajar juntas, ser entusiastas, jugar intensamente, pero divertirse. Y espero darles recuerdos de por vida que puedan tener después de jugar”.
García dijo que el equipo dio un gran paso adelante el año pasado cuando venció a El Camino Real y Chatsworth dos veces en partidos de la liga “por primera vez en la historia de la escuela”. Y las Cavaliers terminaron en segundo lugar en la Liga West Valley, detrás de Granada Hills Charter por un partido — lo más cercano que hemos llegado a ganar la liga”, dijo Flores.
La única decepción: los últimos dos años Cleveland ha sido eliminado en los playoffs de la División de la City Section en su primer partido. El año pasado fue por 1-0 ante la secundaria Polytechnic, en la segunda ronda.
No hay que decir que esta es la última oportunidad para que Flores, Jacobson y las otras jugadoras de último año vayan más allá en la postemporada. Pero no se verán consumidas por la presión o la desesperación.
Eso también se lo atribuyen a García.
“Ella es uno de esas muy pocas entrenadoras que no gritan mucho”, dijo Jacobson, quien también compite en voleibol y waterpolo para Cleveland. “He estado en equipos donde el entrenador ladra y grita todo el tiempo que, honestamente, no hace mucho en mi opinión. Pero ella sabe que sabemos cuando estamos haciendo algo mal, y ella sabe cómo llegar a nosotras”.
Añade Pineda, “ella se ocupa del problema y está muy tranquila al respecto, sin apenas meterse en tu cara y empeorar las cosas”.
Por su parte, García dijo que nunca quiere que sus jugadoras pierdan de vista que son estudiantes de secundaria y menores de edad.
“Las chicas que tenemos aquí tienen buenas cabezas en sus hombros, y enfatizamos primero el lado estudiantil”, dijo García. “Si no puedes hacerlo en el aula y ser responsable allí… eso dice mucho de ti y de tu ética de trabajo.
Sería bonito ganar la liga, pero creo que a las chicas les gusta más la gran imagen. Y tiene que ver con ellas.
Eso es la hermandad.